El marxismo mantiene una atracción peculiar, no sólo sobre esa primera generación de críticos educados e intelectuales [en los días de la Segunda Internacional], sino también en los años sesenta. Tendemos a olvidar que el marxismo es una seductora presentación de cómo funciona la historia. Es una promesa reconfortante para cualquiera saber que la historia está de su parte, que el progreso se mueve en su misma dirección. Esto distingue al marxismo en todas sus formas de otros productos radicales de esa época. Los anarquistas no tienen una verdadera teoría de cómo funciona el sistema; los reformistas no tienen un relato sobre la transformación radical [la revolución]; los liberales no pueden dar respuesta a la rabia que se podía sentir ante el estado de cosas.
domingo, 8 de julio de 2012
Judt sobre el marxismo
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario