No puedo hacer una reseña de Plata quemada porque no leí la novela, o más exactamente, interrumpí la lectura en el punto en que decidí que si el escritor no había puesto cuidado al escribirla, yo no iba perder el tiempo leyéndola.
Al principio de la novela, hay un asalto a un coche que transporta valores. Piglia lo cuenta así:
Un coche se les vino encima, a contramano, bandeado, como sin rumbo y se detuvo en seco.
—¿Qué hace ese loco? —dijo, todavía divertido, Martínez Tobar.
Dos tipos saltaron a la vereda y uno se puso una media de mujer en la cara (dicen los testigos).
Tenía una tijera y estiró la tela con la punta de los dedos y se hizo dos agujeros a la altura de los ojos con la media ya puesta.
El absurdo salta a la vista: ¿en mitad de un asalto se toma el tiempo para sacar unas tijeras y cortar la media? (por no mencionar que a través de ese tipo de medias se puede ver, sin necesidad de cortarlas). Este tipo de cosas me dejan perplejo. Y, evidentemente, no son licencias poéticas o literarias.
Debo decir que yo no había leído nunca nada de Piglia, sentía curiosidad por esa novela y no tenía ninguna predisposición en su contra, más bien al revés. Aunque en shock, todavía leí un poco más (hay que recordar que esta historia está basada en hechos reales, pero sin perder de vista que a esos “hechos reales” se suele acceder a través de reseñas periodísticas).
—Mirá, las vías… mirá el guacho del guardabarrera.
—Dejáme [SIC, con tilde] a mí.
Sacó el cuerpo por la ventanilla, Brignone, cuando lo vio, Dorda hizo lo mismo del otro lado. Cortaron a tiros con la ametralladora las barreras cerradas del paso a nivel. Las astillas volaban, la madera quebrada.
—No me imaginé que eran tan chotas las barreras —se reía el Nene Brignone.
—Sacaron medio cuerpo por la ventanilla y las serrucharon limpitas —dijo el guardabarrera.
Tanto el empleado ferroviario como su amigo de veinte años que lo acompañaba no pudieron hacer una descripción coherente de los asaltantes, dado su estado de ánimo. «Al escapar encontraron cerradas las barreras del paso a nivel de la calle Madero y sin parar el auto las cortaron con la ametralladora» (según los diarios).
Evidentemente, un caso para Myth Busters: ¿se puede cortar una barrera con una ametralladora, y encima desde la ventanilla y “sin parar el auto”? Noto, al pasar, la absoluta torpeza con que está redactada la tercera línea ("sacó el cuerpo...")
Esto que estoy haciendo no es crítica literaria porque yo no soy crítico literario, pero sí un lector al que no le gusta que le tomen el pelo. A lo mejor alguien cree que esto son detalles que no afectan la calidad de la obra, pero si en una novela corta basada en sucesos reales –y que pretende presentarlos en un tono crudo y directo– no se respetan, no digamos los hechos, sino ya directamente las leyes de la física, no sé cuál puede ser el propósito de todo el asunto.
Al llegar a la barrera, dejé de leer. Era apenas la página 21. Seguro que debe haber más cosas.
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