domingo, 24 de marzo de 2013

Lydia Davis: La oruga

Encuentro una pequeña oruga en mi cama, en la mañana. No hay a mano una ventana desde donde tirarla, y yo no aplasto ni mato un ser viviente si no es necesario. Tendré que tomarme el trabajo de bajar por las escaleras llevando esta oruga delgada, oscura y lampiña para sacarla al jardín.

No es un gusano medidor, pero tiene su mismo tamaño. No se encoge y estira, sino que avanza serenamente sobre sus numerosos pares de pies. Mientras salgo del cuarto, se mueve velozmente por las curvas de mi mano.

Pero, a mitad de las escaleras, ha desaparecido -mi mano está vacía. Se habrá soltado dejándose caer. No lo veo por ningún lado. Las escaleras están en penumbra y sus paredes están pintadas de marrón oscuro. Podría traer una linterna y buscar al pequeño ser con el propósito de salvar su vida. Pero no quiero llegar a tanto -tendrá que arreglárselas lo mejor que pueda. Sin embargo, ¿cómo podrá hallar el camino bajando hasta la puerta de atrás para salir al jardín?

Sigo adelante con mis asuntos. Creo haberme olvidado de ella, pero no. Cada vez que subo o bajo, evito su lado de las escaleras. Estoy segura de que está allí, tratando de llegar abajo.

Al fin me rindo. Busco una linterna. El problema ahora es que las escaleras están muy sucias. No las limpio porque después de todo nadie ve nada en esta oscuridad. Y la oruga es, o era, tan pequeña. Bajo el rayo de luz muchas cosas se le parecen -una delgada astilla de madera, o un trozo de hilo grueso. Pero cuando los toco, no se mueven.

Miro cada escalón por su lado; luego, por los dos lados. Uno se siente en cierto modo ligado a un ser viviente, una vez que intenta ayudarlo. Pero no está en niguna parte. Hay mucho polvo y pelo de perro en las escaleras. El polvo puede haberse adherido a su cuerpecito impidiéndole moverse o ir en la dirección deseada. Puede haberla secado. Pero, ¿por qué habría de bajar en lugar de subir? No he mirado más arriba del sitio donde desapareció. No llegaré a tanto.

Vuelvo a mi trabajo. Entonces, empiezo a olvidar a la oruga. La olvidé por casi una hora, hasta que tuve que subir otra vez. Ahora veo algo sobre uno de los escalones que parece ser del tamaño, color y forma correctos. Pero es seco y plano. Debe ser una aguja de pino corta o alguna otra parte vegetal.

La siguiente vez que pienso en ella, me doy cuenta de que la he tenido olvidada por varias horas. Pienso en ella cada vez que subo o bajo las escaleras. Después de todo, ella está ahí en alguna parte, tratando de encontrar su camino hacia alguna hoja verde, o muriendo. Pero ya no me preocupa demasiado. Estoy segura de que pronto la habré olvidado por completo.

Más tarde en la escalera hay un desagradable olor animal, pero no puede ser ella. Es demasiado pequeña para tener olor alguno. Seguramente habrá muerto ya. Es sencillamente demasiado pequeña como para que siga pensando en ella.


No hay comentarios:

Publicar un comentario